Según el común entender, el Troll es aquel que disemina mensajes provocadores con el objeto de causar respuestas reactivas y emotivas en razón de un tema determinado. Si bien el término Troll se adhiere a una práctica y no a la persona, actualmente, se han autodenominado bajo este concepto cientos de ellos que se limitan al insulto frontal, la procacidad y de cual o tal argumento barato y soez, pero queda claro que la verdadera esencia de esta herramienta de las OPSIC no se centra en objetivos inmediatos ni rebajados.
En un artículo anterior respecto a Operaciones Psicológicas, hice una descripción de la propaganda BLANCA, NEGRA y GRIS, y señalé puntualmente la capacidad ampliamente letal y destructiva de esta última y por qué los estrategas políticos se valen de este mecanismo para inocular mensajes subliminales y destruir o construir una vez posesionado en el inconsciente del público objetivo, el propósito establecido en la estrategia psicológica.
Si analizamos el espíritu del Troll de acuerdo a su estricta etimología, diremos que este busca ser un señuelo y anzuelo subrepticio, imperceptible y rastrero para que adopte luego una condición viral y logre finalmente el propósito y no la inmisericorde distribución de propaganda de escaso valor estratégico o táctico.
He aquí la confluencia del Troll y la propaganda Gris. La informática y las redes sociales han fortalecido y evolucionado a la propaganda gris haciéndola cada vez más dañina y “mortal”; y es que tanto las técnicas TROLL y la PROPAGANDA GRIS, pueden a partir de ahora presentarse como primas hermanas, nacidas en distinto tiempo pero del mismo útero de las OPERACIONES PSICOLOGÍCAS. Me atrevo a decir que, con un buen maquillaje y presentación de estas primas letales, bajo una adecuada estrategia de inteligencia psicológica, bien que podría añadirse o quitar porcentajes significativos de aceptación o rechazo a favor o en contra de los candidatos que estén dispuestos a entrar al terreno de este juego de guerra psicológica.
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